En la lista de los diez países con las mayores reservas de agua potable del mundo, el Perú ocupa el noveno puesto con unas reservas calculadas en 1880 km3 anuales. Es una gran riqueza que el Perú tenga a su disposición este vital recurso. Pero, ¿qué estamos haciendo con él? Este dato nos provoca varias preguntas. ¿Puede el Estado garantizar el suministro de agua potable a todos los habitantes del Perú? ¿Puede el Estado garantizar que las aguas utilizadas por la población pueden ser recuperadas, y en su caso, devueltas a la naturaleza de manera que no la contamine? ¿Cuánto tiempo se necesita para que todos los pobladores tengan suministro de agua potable y un eficiente proceso de recuperación de las aguas sucias? Y, ¿cuál es el coste para llegar a estos objetivos? Para la ONU, el suministro de agua potable y la depuración de las aguas sucias es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030.
¿De quién depende la consecución de estos objetivos? En el Perú, del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, y de entidades como la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento, de las Empresas Prestadoras de Servicios de Saneamiento o de la gestión de las municipalidades. Durante el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, se publicó el Plan Nacional de Saneamiento 2017-2021, con el objetivo de conseguir el acceso y cobertura universal a los servicios de saneamiento. El presupuesto previsto en este plan asciende a 49.000 millones de soles. A enero de 2021, el presupuesto ejecutado solamente asciende a 14.500 millones (Proinversión).
Perú está desaprovechando los recursos hídricos porque parte importante del agua se pierde, dejando sin agua a parte de la población
Lima es el área metropolitana donde menos llueve en el mundo. Según los datos proporcionados en el Informe Anual del Servicio de Aguas de Lima (SEDAPAL, 2016), en una población de aproximadamente nueve millones de habitantes, el 93% cuenta con un suministro de agua potable. Y el 90% tiene servicio de alcantarillado. Esto deja a 600.000 habitantes sin acceso al agua, y a 900.000 habitantes que vierten sus residuos directamente en el medio ambiente, y en estos tiempos que vivimos, contaminación es coronavirus. Los esfuerzos de SEDAPAL son loables, porque deben lidiar con una red escasamente renovada, un alto índice de conexiones clandestinas y, estando Lima en medio de un desierto, con un problema evidente de acceso a las fuentes naturales del recurso.
Proyecto Manchay, en Lima.
SEDAPAL produce cerca de 700 millones de m3 anuales de agua potable. De toda esta producción, 175 millones de m3 no se facturan por culpa de las conexiones clandestinas, las roturas y filtraciones de las tuberías. ¿Por qué estamos ante esta situación de escasez en Lima? Y si esto sucede en Lima, debemos pensar cuál es la situación de las demás ciudades del país. Arequipa, por ejemplo, no factura cerca del 30% del agua que produce su servicio de aguas, y Cusco está igual.
El Perú está desaprovechando los recursos hídricos porque parte importante del agua se pierde, dejando sin agua a una parte importante de la población. Con el problema añadido de la pandemia provocada por la expansión del coronavirus, es urgente llevar un suministro de agua potable a la mayor cantidad de habitantes en el menor tiempo posible. La respuesta del Estado ha sido insuficiente siempre. La conmemoración este 2021 del Bicentenario de la Independencia pilla al Estado en una posición débil. Esta debilidad es un problema siempre presente desde la misma fundación del Perú como un Estado (Ver el estudio de Jorge Lossio: Purificando las atmósferas epidémicas: la contaminación ambiental en las políticas de salud en Lima, siglo XIX). Ahora que se acercan elecciones, habrá que mirar con lupa una vez más cuáles son las soluciones contenidas en los programas de los candidatos. Las cifras están ahí, hace falta que alguien se las lea y se dé cuenta que sin agua potable no hay salud. Es urgente identificar y garantizar las fuentes de agua dulce cercanas a las ciudades, modernizar las redes de distribución, invertir en una adecuada recuperación de las aguas sucias y educar a la población.